Salí, lucero, salí.
Andres Chazarreta
Salí que te quiero ver.
Aunque las nubes te tapen,
salí si sabes querer.
– ¿Y si cambiamos un poco el juego? – propuso Entusiasta.
– ¿Cómo? – fue coro unísono.
– El que se queda escondido más tiempo, pierde. – Respondió la niña con el entusiasmo de quien ilumina su sonrisa con una idea nueva.
Y siguió explicando:
El juego empieza como siempre, una cuenta y los demás se esconden. Luego hay que intentar salir y tocar la piedra antes de que te encuentren. El primero en ser descubierto, le toca contar después.
Pero lo que propongo es que la segunda persona en ser descubierta, tome el lugar de la primera. Si hay una tercera, la tercera, y así sucesivamente.
Entonces, durante todo el juego seguirá siendo importante atreverse a salir del escondite y tocar la piedra.
Y no ser el último o la última.
– Bueno, pero ya no tendría sentido entonces decir “Piedra libre para mi y para todos mis compañeros” y poder salvarlos. – dijo Boicotero.
– No haría falta, porque no hay mejor manera de liberarlos que animándolos a salir también. –
—
En la Era de las conexiones, abunda la información y siguen siendo escasas las personas que se atreven a conectar.
A conectar los puntos y repensar lo pensado.
A conectar personas en tribus mediante ideas, y liderar para ayudarlas a ir donde quieren ir.
A cambiar las reglas de los juegos que jugamos para hacerlos mejores, más humanos, más solidarios, más relevantes.
Lo cierto es que ya no hay donde esconderse.
De una u otra forma estamos expuestos.
Exponer es poner algo a la vista, dice el diccionario.
Para que nuestro trabajo, nuestra creación, tenga sentido, no puede más que estar a la vista.
Seguimos sin saber si un árbol que cae en medio de un bosque vacío hace ruido.
El arte -todo nuestro trabajo generoso y creativo- es arte cuando llega a alguien, no antes.
Y eso implica mostrarlo, mostrarnos.
Salir del escondite.
Y decir: Esto soy. Esto hago. Este es mi aporte.
Aún sabiendo que la isla de personas verdaderamente destinatarias de lo que hacemos estará siempre rodeada por un mar de indómitos opinólogos y expertos en Todología dispuestos y dispuestas a obtener migajas de atención hablando de sí mismos al dejar un comentario.
Saliendo, aún con el peligro de ser atrapadas por el que cuenta sobre la piedra.
Saliendo, aún sabiendo que afuera las máscaras y los trajes se vuelven transparentes – a excepción de las hilachas -.
Saliendo, a hacernos cargo de nuestras pequeñas miserias y grandes virtudes, o viceversa. Y empezar a cambiar lo que haga falta.
Saliendo del escondite, porque ya no hay escondite.
Porque la piedra es libre para mi y para todos mis compañerxs.
Y porque punto y coma, el que se esconde… se embroma.
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